sábado, 7 de septiembre de 2013

EL ARROPE

Me ha despertado ese perfume de tierra mojada, el aire fresco que me acaricia mi cara y la vislumbre del sol por salir. Abro los ojos y el sol practicamente cubre mi cara... estoy en el patio debajo de la parra, es que anoche hacia mucho calor y dormimos todos a fuera. Los primeros rayos de luz cortan entre las hojas de la parra y los terevintos del patio, mis ojos perezosos que me duelen cada vez que parpadeo me graban en mi memoria a mi abuela La Severa Leiva que va y viene de aquì para allà entre la cocina de leña y la casa, va y viene sin parar un minuto, son las siete y media de la mañana y el fuego esta mas vivo que el sol, es que en la ornalla se encuentra la paila llena de chañar hirviendo, todavìa limpiandome los ojos, ya en la cocina puedo ver el vapor del agua hirviendo, cocinando el chañar, y las llamas que abrazan la paila negra del hollín que tiene en su haber.
Me siento en una silla de cuero en medio del patio, debajo de los inmensos terevintos que tenemos, y entre medio de ellos, mi abuela barriendo el patio de tierra con una escoba de jarilla recien cortada. Todavía siento el trinar de los zorzales, unos teros que levantaron vuelo allá en la cancha de la empresa, y a lo lejos, el grito histerico de una chuña, anunciando un día hermoso, un día caluroso.
Y la mañana transcurre lenta.... muy lenta, con los ruidos diarios de un pueblo..... la ruta, las gallinas, las vacas en el monte, el trinar de los pájaros y los mosquitos jodidos que te sumban en la oreja.
Ya como a las diez de la mañana....." m´jo venga y saquemé la mesa de la casa y pongalá dada vuelta ahí nomá en los terevintos..." 
Cuando más o menos el chañar esta un poco frio se ata un lienzo desde las patas de la mesa y se empieza a colar la fruta, claro que primero se hace una colada donde se troza la fruta, donde separamos la semilla y y la cascara.
Despues en una segunda colada, el jugo que queda producto de este proceso va nuevamente a la paila y al fuego. Yo sigo sentado en esa vieja silla de cuero mirando atentamente  con mi mano en la quijada pensando que algún seguramente me va a tocar hacer a mí, sin darme cuenta que los tiempos cambian, que las costumbres, los modos y las formas de vida son modificadas sin que nos demos cuenta, muchas veces con el nombre del progreso vamos dejando en el baúl de los recuerdos esa riqueza que solo la encontramos en esos pueblos perdidos.
Estoy aburrido ya, mi abuela va y viene para todos lados, que el fuego de la paila, que la comida, y otras tantas cosas que hacen durante el día, pienzo que ya va a estar pero en el acto como adivinando mi abuela me dice " falta mucho pa que se haga EL ARROPE, esto va a estar pa la tarde recien, no hay que dejarlo quemar nomá".
Las agujas del relos perezosamente se mueven, como dos tortugas jugando carreras, y ya despues de ocho largas horas, con un fuego intenso y constante esa gran cantidad de jujo de color marrón clarito fue haciendose cada vez más espeso, cada vez más oscuro.
El sol nuevamente acaricia mis mejillas, pero ya no es con esa intensidad, lo hace desde el ambato, como despidiendose con sus últimas caricias y mi abuela sin demostrar signos de cansancio me pide que le ayude a enfriar el arrope.... así que en mi silla de cuero inclino la paila y suavemente con una cuchara grande comienzo a enfriarlo.
Clap, clap, clap, clap,clap, clap, clap puede escucharse a lo lejos al atardecer clap, clap,  clap, clap es el timbre sonoro de que un largo día ha terminado con un buen arrope hecho a mano, hecho por mi abuela.
Yo sigo enfriando rapido para poder probarlo, con pan casero, y mientras la noche pide permiso para tomar el cielo no veo las horas de comer y dormir por que mañana a las 5 mi  abuela LA SEVERA va a estar de pie poniendo la próxima paila en otro largo día en el que EL ARROPE  de chañar será el protagonista.
Y pensá  por ahí cuando vos cómpres un litro de arrope y creas que es caro, tené en cuenta que el trabajo duro está dentro de esa botella, que el sabor, la textura, el color que tiene ese arrope se lo dío la cantidad de días que tardó para juntarlo con sus propias manos... uno por uno.... a la mañana y a la tarde... que cada peso que cuesta... se lo ganó con cada leña que puso en el fuego. Que la calidad y el gusto fue producto del sudor, el esfuerzo de unas manos que trabajan, por lo que te recomiendo.... pagálo.... vale la pena.


Para mi gran abuela LA SEVERA LEIVA, que me enseño desde la mirada, desde sus canas con la experiencia de la vida dura que tienen las mujeres del campo, para vos abuela, te lo dedico pensando en esos ojos tristes, con ese brillo en el fondo de tus retinas diciendome o mas bien preguntandome... lo he hecho bien? claro que si mi viejita querida un beso grandote de tu nieto Diego Leiva


1 comentario:

Pablo Lencina dijo...

Que hermosos recuerdos, esperando por horas que la abuela diga "ya está mijo, saquemos la paila del fuego" heran un alivio esas palabras...que lindo que es volver a la infancia con estos recuerdos, hera una infancia diferente. Te felicito diego..