Estoy sentado en
mi escritorio, al frente, 30 chicos que murmuran y conversan en voz baja,
algunos se levantaron, otros se avientan la cara con las tapas de las carpetas
por el inmenso calor que hace, la verdad hay una atmósfera densa....
muuuuuuyyyy densa, el aire es irrespirable pero como siempre en estos casos nos
acostumbramos a los 10 minutos de estar aquí. Hoy es uno de esos días de
primavera, con el clima de un día de enero que no nos permite seguir
trabajando, en realidad ya terminaron la tarea y no podría ser tan ogro de
decirle o darles otra actividad.
La verdad me quede
pensando en aquellas épocas de chico cuando iba a la escuela primaria...
teníamos jornada completa, es decir, entrabamos a las 8 y salíamos a las 16 hs,
ni un minutos más.
Me preguntaba
mientras los miraba a todos exhaustos por el calor, como hacíamos nosotros para
soportar ese calor aplastante, que parecía pegarte en la cabeza como un martillazo hasta que
nos deje clavados contra el suelo y la respuesta es muy simple, estábamos
acostumbrados al calor, por que era lo único que teníamos, no había
ventiladores, no había aire acondicionado, el único lujo eran una plantas de
sombra inmensa, se regaban diariamente al medio día para que en el recreo largo
( después de comer) juguemos y de esa manera el calor no se sentía.
La escuela una
construcción de la década del 50´ esas que Perón y Evita hicieron, típica
escuela de galería amplia que servía de salón multiuso y sus aulas al costado
en forma de L, techos altos con tejas rojas, la única construcción en el pueblo
con tejas, ventanas grandes con persianas que se suben y bajan desde una
corredera al costado del marco. Los viejos mechudos y ese olor del aserrín con
kerosene que se pasaba varias veces al día para mantenerlo brillante al piso de
mosaico rojo.
El mástil en el
fondo del patio de cemento, ese mástil que me parecía inmenso y que por mi
estatura no podía llegar por lo que me trepaba en uno de sus peldaños para
poder izar la bandera a la mañana o arrearla a la tarde mientras
cantábamos o recitábamos según la situación.
Los calores eran
los mismos que los de ahora... grados mas.... grados menos, la siesta era una
eternidad cuando nos tocaba tareas agricola o manualidades... por Dios....
hacer lo mismo todos los años, canastos de chala o repisas, en algunos grados
nos enseñaron a coser y bordar, labrar la tierra, sembrar, regar todo a la
siesta, cuando el sol pegaba más! nosotros estábamos en el "...solazo el
sol!..." como dijo una vez una compañera mía, la guerra de terrones era
imperdonable no jugarla y los coscachos del maestro era insoportables cuando te
agarraba. Todo a la siesta todo con el calor abrazador de octubre y noviembre.
Recuerdo hacer la
formación para el arreo de la bandera... Dios te salve bandera... Dios te
guarde... A tu sombra jamás habrá un cobarde... y así cuando los dos chicos
designados para el ese honorable acto, por que yo recuerdo tenias que merecerlo
el maestro Carrizo con su traje marrón a rayas, su corbata bien apretada al
cuello, de solo verlo ya te hacía calor, con las manos atrás nos despedía
"hasta mañana alummmmmnossss".... Hasta mañana! todos en coro
formados en filas de menor a mayor, saliendo en hilera callados sin hacer
desorden a las 16 hs ni un minuto más.
Caminar hasta la
casa de mi abuela era como la calle de la amargura, no es lejos pero
parece que no llegás nunca, y todo en ese calor.... y si no fuera poco mi
abuela ya tenía el mate cocido caliente.... pero bien caliente... en ese calor
a las cuatro de la tarde y cuidado que no quisiéramos tomarlo! por que no había
permiso para ningún lado, es por eso que tomábamos una tasa de mate cocido con
pan casero y dos tasas de agua de la canilla por que aclaro no teníamos
heladera y todo eso en ese calor... un calor que te hacia hervir la cabeza y
los cachetes rojos como un tomate, pero aún así en dos minutos nos sacábamos el
guardapolvos sucio por supuesto y en pantalón corto, zapatillas viejas, remeras
mangas cortas, recuerdo una remera a rayas horizontales que ya me quedaba en el
pupo pero que la amaba, onda al cuello juntando las piedras para ir a ondear
cerca de la acequia al frente de mi casa y en ese calor.
Y día tras día con
esos calores la vida pasaba desapercibida sin sobre saltos, lo mismo que el
calor, si la noche estaba calurosa, ningún problema... sacamos la cama a fuera.
Hoy el calor es el mismo pero las costumbres son otras, los modos de vida han cambiado, somos menos tolerantes por que nos hemos acostumbrado al confort y obviamente somos de memoria muy frágil que ya no recordamos que cuando de chicos eramos felices con tan poco.... a veces pienso que a los chicos de ahora les hace falta vivir un poco sin nada pero reflexiono desde la lógica común noooooo uno siempre quiere que su hijo no pase lo que uno vivenció.
Cómo la celebre "...frase los tiempos cambian..." nosotros cambiamos y nos acostumbramos cada vez más a este mundo tan artificial, tan efímero y superficial que las pequeñas cosas, esas cosas simple que te da la vida no la vemos, y estan ahí... agarrandote del pantalón diciendote aquí estoy... disfrutame... y no! estamos cegados.
Y vuelvo a mi curso, en ese calor abrazador con los ventiladores trabajando sin piedad el murmullo, y me digo.... el calor es el mismo de siempre, los que cambiamos somos nosotros.