jueves, 31 de octubre de 2013

EL CALOR...EL MISMO DE SIEMPRE


Estoy sentado en mi escritorio, al frente, 30 chicos que murmuran y conversan en voz baja, algunos se levantaron, otros se avientan la cara con las tapas de las carpetas por el inmenso calor que hace, la verdad hay una atmósfera densa.... muuuuuuyyyy densa, el aire es irrespirable pero como siempre en estos casos nos acostumbramos a los 10 minutos de estar aquí. Hoy  es uno de esos días de primavera, con el clima de un día de enero que no nos permite seguir trabajando, en realidad ya terminaron la tarea y no podría ser tan ogro de decirle o darles otra actividad.

La verdad me quede pensando en aquellas épocas de chico cuando iba a la escuela primaria... teníamos jornada completa, es decir, entrabamos a las 8 y salíamos a las 16 hs, ni un minutos más.
Me preguntaba mientras los miraba a todos exhaustos por el calor, como hacíamos nosotros para soportar ese calor aplastante, que parecía  pegarte en la cabeza como un martillazo hasta que nos deje clavados contra el suelo y la respuesta es muy simple, estábamos acostumbrados al calor, por que era lo único que teníamos, no había ventiladores, no había aire acondicionado, el único lujo eran una plantas de sombra inmensa, se regaban diariamente al medio día para que en el recreo largo ( después de comer) juguemos y de esa manera el calor no se sentía. 
La escuela una construcción de la década del 50´  esas que Perón y Evita hicieron, típica escuela de galería amplia que servía de salón multiuso y sus aulas al costado en forma de L, techos altos con tejas rojas, la única construcción en el pueblo con tejas, ventanas grandes con persianas que se suben y bajan desde una corredera al costado del marco. Los viejos mechudos y ese olor del aserrín con kerosene que se pasaba varias veces al día para mantenerlo brillante al piso de mosaico rojo.
El mástil en el fondo del patio de cemento, ese mástil que me parecía inmenso y que por mi estatura no podía llegar por lo que me trepaba en uno de sus peldaños para poder izar  la bandera a la mañana o arrearla a la tarde mientras cantábamos o recitábamos según la situación.
Los calores eran los mismos que los de ahora... grados mas.... grados menos, la siesta era una eternidad cuando nos tocaba tareas agricola o manualidades... por Dios.... hacer lo mismo todos los años, canastos de chala o repisas, en algunos grados nos enseñaron a coser y bordar, labrar la tierra, sembrar, regar todo a la siesta, cuando el sol pegaba más! nosotros estábamos en el "...solazo el sol!..." como dijo una vez una compañera mía, la guerra de terrones era imperdonable no jugarla y los coscachos del maestro era insoportables cuando te agarraba. Todo a la siesta todo con el calor abrazador de octubre y noviembre.
Recuerdo hacer la formación para el arreo de la bandera... Dios te salve bandera... Dios te guarde... A tu sombra jamás habrá un cobarde... y así cuando los dos chicos designados para el ese honorable acto, por que yo recuerdo tenias que merecerlo el maestro Carrizo con su traje marrón a rayas, su corbata bien apretada al cuello, de solo verlo ya te hacía calor, con las manos atrás nos despedía "hasta mañana alummmmmnossss".... Hasta mañana! todos en coro formados en filas de menor a mayor, saliendo en hilera callados sin hacer desorden a las 16 hs ni un minuto más. 
Caminar hasta la casa de mi abuela era  como la calle de la amargura, no es lejos pero parece que no llegás nunca, y todo en ese calor.... y si no fuera poco mi abuela ya tenía el mate cocido caliente.... pero bien caliente... en ese calor a las cuatro de la tarde y cuidado que no quisiéramos tomarlo! por que no había permiso para ningún lado, es por eso que tomábamos una tasa de mate cocido con pan casero y dos tasas de agua de la canilla por que aclaro no teníamos heladera y todo eso en ese calor... un calor que te hacia hervir la cabeza y los cachetes rojos como un tomate, pero aún así en dos minutos nos sacábamos el guardapolvos sucio por supuesto y en pantalón corto, zapatillas viejas, remeras mangas cortas, recuerdo una remera a rayas horizontales que ya me quedaba en el pupo pero que la amaba, onda al cuello juntando las piedras para ir a ondear cerca de la acequia  al frente de mi casa y en ese calor. 
Y día tras día con esos calores la vida pasaba desapercibida sin sobre saltos, lo mismo que el calor, si la noche estaba calurosa, ningún problema... sacamos la cama a fuera.
Hoy el calor es el mismo pero las costumbres son otras,  los modos de vida han cambiado,  somos menos tolerantes por que nos hemos acostumbrado al confort y obviamente somos de memoria muy frágil que ya no recordamos que cuando de chicos eramos felices con tan poco.... a veces pienso que a los chicos de ahora les hace falta vivir un poco sin nada pero reflexiono  desde la lógica común noooooo uno siempre quiere que su hijo no pase lo que uno  vivenció.
Cómo la celebre "...frase los tiempos cambian..."  nosotros cambiamos y nos acostumbramos cada vez más a este mundo tan artificial, tan efímero y superficial que las pequeñas cosas, esas cosas simple que te da la vida no la vemos, y estan ahí... agarrandote del pantalón diciendote aquí estoy... disfrutame... y no! estamos cegados.
Y vuelvo a mi curso, en ese calor abrazador con los ventiladores trabajando sin piedad el murmullo, y me digo.... el calor es el mismo de siempre, los que cambiamos somos nosotros.

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